martes, 17 de agosto de 2010

reflexiones cortas


Un niño



Una mañana,la maestra le dijo:

¨ Hoy vamos a hacer un dibujo.
¨ Bien –pensó él.

A él le gustaba dibujar. El podía hacer todas las cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y barcos..., y tomó su caja de lápices y comenzó a dibujar. Pero la maestra dijo:

¨ ¡Esperen! ¡No es hora de comenzar!

Y él espero hasta que todos estuviesen prontos.

¨ ¡Ahora! –dijo la maestra- Vamos a dibujar flores.
¨ ¡Bueno! –pensó el niño.

A él le gustaba dibujar flores con lápiz rosa, naranja, azul. Pero la maestra dijo:

¨ ¡Esperen! Yo les mostraré cómo se hacen. ¡Así! –dijo la maestra, y era una flor roja con tallo verde.
¨ ¡Ahora sí! – dijo la maestra -. Ahora pueden comenzar.

El niño miró la flor de la maestra y luego miró la suya. A él le gustaba más su flor que la de la maestra. Pero él no reveló eso. Simplemente guardó su papel e hizo una flor como la de la maestra. Era roja, con el tallo verde.

Otro día, cuando el niño abrió la puerta de afuera, la maestra dijo:

¨ Hoy vamos a trabajar con plastilina.
¨ ¡Bien! –pensó el niño.

El podía hacer todo tipo de cosas con plastilina: víboras y muñecos de nieve, elefantes y rabitos; autos y camiones... Y comenzó a apretar y amasar la bola de plastilina, pero la maestra dijo:

¨ ¡Esperen! No es hora de comenzar. Y él esperó hasta que todos estuviesen prontos.
¨ ¡Ahora! –dijo la maestra- nosotros vamos a hacer una víbora.
¨ Bien, pensó el niño. A él le gustaba hacer víboras. Y comenzó a hacer unas de diferentes tamaños y formas. Pero la maestra dijo:
¨ -¡Esperen! Yo les mostraré cómo hacer una víbora larga.
¨ Así! –dijo la maestra.
¨ Ahora pueden comenzar

El niño miró la viborita de la maestra. Entonces, miró las suyas. A él le gustaban más las suyas que las de la maestra. Pero no reveló eso. Simplemente amasó la plastilina, en una gran bola e hizo una viborita como la de la maestra. Que era una viborita larga.

Así luego el niño aprendió a esperar y a observar; y a hacer cosas como la maestra, y luego él no hacía las cosas por sí mismo.

Entonces sucedió que el niño y su familia se mudaron para otra casa, en otra ciudad y el niño tuvo que ir a otra escuela.

Esa escuela era mucho mayor que la primera, entonces había puertas afuera. Para llegar a su salón, él tenía que subir algunos escalones y seguir por un corredor largo para finalmente llegar a su clase.

Y justamente en el primer día, que él estaba allí, la maestra dijo:

¨ Hoy vamos a hacer un dibujo.
¨ Bien –pensó el niño. Y esperó a la maestra para que le dijera cómo hacer. Pero ella no dijo nada, apenas andaba por el salón. Cuando se acercó al niño, ella dijo:
¨ ¿Tú no quieres dibujar?
¨ Sí –dijo el niño-. Pero ¿qué vamos a hacer?
¨ Yo no sé, hasta que tú lo hagas –dijo la maestra.
¨ ¿Cómo lo haré? –preguntó el niño.
¨ ¿Por qué?- dijo la maestra- De la manera que tú quieras.
¨ ¿Y de cualquier color? –preguntó él.
¨ De cualquier color –dijo la maestra-. Si todos hiciesen el mismo dibujo y usasen los mismos colores, ¿cómo yo podría saber quién hizo qué, ¿y cual sería de quién?.
¨ Yo no sé- dijo el niño. Y comenzó a hacer una flor roja, con el tallo verde.

La Naturaleza


Un chiquillo, reiteradamente decepcionado y traicionado por alguien que él creía amigo. El chiquillo se lo contó a su padre,preguntándole por qué pasan estas cosas. El padre le respondió con esta historia:

Un día un escorpión llegó a la orilla de un río y, teniendo que pasar al otro lado, empezó a buscar un medio que le llevase sin riesgo de ahogarse. De repente, viendo a una rana que estaba tomando el sol, una idea hizo mella en su mente. Decidió formularle su propósito preguntándole:

- Oye rana, ¿ podrías llevarme a la otra orilla nadando conmigo en la espalda ?

La rana le contestó:

- ¿ De verdad me crees tan idiota ? Sé muy bien que una vez subido en mi espalda me clavarás tu aguijón matándome.

- No seas tonta -replicó el escorpión- ¿ cómo podría hacerte eso ? ¿Acaso no sabes que nosotros no sabemos nadar y que si yo te matase moriría contigo ?

La rana, reasegurada por este razonamiento lógico pensó: " Es verdad. Si me matara, él también se moriría... y no creo que esa idea le guste...

- De acuerdo, sube. Te llevaré -dijo el batracio.

El escorpión se acomodó en la espalda de la rana y ésta empezó a cruzar el río. Una vez llegados a la mitad del torrente, en el punto más profundo, el escorpión levantó su pincho y, de un rápido golpe, lo clavó en la cabeza de la rana. Esta, agonizando atónita, apostrofó:

- ¿ Qué has hecho, imbécil ? ¡Ahora te vas a morir tú también, cretino !

- Lo sé -contesto el alacrán- pero soy un escorpión y esta es mi naturaleza.

Vuelve a empezar


Aunque sientas el cansancio,
aunque el triunfo te abandone,
aunque un error, te lastime,
aunque un negocio se quiebre,
aunque una traición te hiera,
aunque una ilusión se apague,
aunque el dolor queme tus ojos,
aunque ignoren tus esfuerzos,
aunque la ingratitud sea la paga,
aunque la incomprensión corte tu risa,
aunque todo te parezca nada...
vuelve a empezar...


El Sabio


Un sabio, cierta tarde, llegó a la ciudad de Akbar. La gente no dio mucha importancia a su presencia, y sus enseñanzas no consiguieron interesar a la población. Incluso después de algún tiempo llegó a ser motivo de risas y burlas de los habitantes de la ciudad.

Un día, mientras paseaba por la calle principal de Akbar, un grupo de hombres y mujeres empezó a insultarlo. En vez de fingir que los ignoraba, el sabio se acercó a ellos y los bendijo.

Uno de los hombres comentó:

- "¿Es posible que, además, sea usted sordo? ¡Gritamos cosas horribles y usted nos responde con bellas palabras!".

"Cada uno de nosotros sólo puede ofrecer lo que tiene" -fue la respuesta del sabio-.

La Carrera



Era la competencia de juego atlético de pista y campo, para la que habíamos estado entrenando toda la temporada.
Mi pie todavía no sanaba de una lesión que había sufrido. De hecho, no sabia si asistir o no ala competencia. Pero ahí estaba, preparándome para la carrera de 3000 metros.
“Listos… ¡fuera!” Se hoyo el disparo y corrimos. Las otras muchachas salieron volando delante de mí. Comprendí que estaba cojeando y me sentí humillada al ver que cada vez me quedaba más rezagada.
La corredora en primer lugar me llevaba dos vueltas de ventaja cuando cruzo la meta.
“¡Hurra!”, grito la multitud. Fueron los vítores mas fuertes que jamás haya yo escuchado en una competencia.
“Tal vez debería retirarme”, pensé, mientra seguía cojeando. “Toda la gente no querrá esperar a que yo termine la carrera”. Sin embargo decidí seguir adelante, Corrí con mucho dolor las dos últimas vueltas, por lo que decidí no competir en pista al siguiente año. No valía la pena, aunque mi pie sanara: jamás podría vencer a la muchacha que me gano por 2 vueltas.
Cuando termine, escuche victorees, con tanto entusiasmo como los que escuche cuando la primera muchacha traspaso la línea de meta. “¿De que se trataba todo eso?”, me pregunte. Me di la media vuelta y, claro, los muchachos se estaban preparando para su carrera.” Eso debe ser, están victoreando a los muchachos”
Me fui directo a los vestidores donde me tropecé contra una muchacha “¡Excelente! Mira que tienes valor”, me animo.
Pensé: “¿Valor? Debe estar confundiéndose. Yo acabo de perder la carrera”
“Jamás habría podido terminar esos tres kilómetros. Me habría retirado en la primera vuelta ¿Qué te paso en el pie?
Estuvimos echándote porras: ¿nos oíste?
No lo podía creer. Una completa extraña me había estado animando, no porque quisiera que yo ganara, sino porque quería que siguiera adelante y no me diera por vencida. En ese momento recupere la esperanza y decidí competir en la pista al siguiente año. Una muchacha acababa de salvar mi sueño.
Ese DIA aprendí 2 lecciones:
Primero, mostrar un poco de amabilidad y confianza a la gente, puede significar una gran diferencia.
Segundo, la fuerza y el valor no siempre se miden en medallas y victorias; se miden en luchas que superamos.
Las personas más fuertes no siempre son las que ganan, si no las que no se dan por vencidas cuando pierden.
Solo sueño que algún día, tal vez en mi ultimo año escolar, pueda ganar la carrera con una ovación tan grande como la que recibí cuando perdí la carrera en primer año.

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